Aprender a bailar bajo la lluvia
Me apetece escribir sobre cómo estoy, pero no sé cómo estoy. Me apetece ser lluvia, pero la odio. Y aquí no para de llover... No me gusta porque suele darme dolor de cabeza y hacer que me deprima. Pero me gusta el olor de las calles mojadas, el ruido que hace la lluvia al caer, me gustan los paraguas, las botas de agua y los chubasqueros, las típicas fotos de ventanas con gotas de agua que echan una carrera sobre ellas... A mí la lluvia me gusta, pero no el efecto que ésta me produce... Añoro esos días de mi infancia en los que me calzaba las botas de agua y me sentía diferente, alegre, me sentía bien y era raro que eso ocurriera, es raro que yo me sienta bien, pero es que eran mis botas de agua, entendedme... ¡eran mis botas de agua! Creo que toda persona en su insano juicio siente una devoción especial por sus botas de agua de cuando era niño y si no tenía unas, las quería, seguro. Pero vamos, dejando todo esto aparte, solamente decir que cuando llueve el mundo se ve