Entradas

Mostrando entradas de 2012

'Cause life starts now

Imagen
A veces pienso que debería escribir más sobre mi vida aquí, sobre hechos y no tanto sentimiento nulo y vacío y desesperado. Bueno, "deber" no es el verbo, no le debo nada a nadie. Es más, siempre he dado mucho más, los que están "endeudados" son el resto conmigo, pero yo no le pido nada a nadie ni quiero que se me devuelva nada. Por eso mismo, se agradece que la gente no me exija nada. En el momento en el que eso ocurre, cuando me exigen algo, paso de la gente. Repito: no le debo nada a nadie, y menos a gente que no se lo merece. Y dicho esto, procedo a escribir algo sobre mi vida, algo que quería haber escrito hace tiempo, desde que empecé la universidad. Pero bueno, por aquel entonces no hubiera podido escribir como lo hago ahora porque no me habían pasado ni la mitad de cosas. Empezar la universidad para mí ha significado empezar de cero y se agradece. Se agradece mucho, lo necesitaba de una forma desesperada, necesitaba tirar a la basura las pelusas que pre

Deseo de urgencia

Imagen
"Dulces sueños", me dijeron. Y al jardín de las delicias condujeron. "Sueños rotos", concluyeron. Y aun así no me advirtieron que el amor callando muere cuando no lo mata alguien primero. ¿Y qué dijeron? ¿Qué dijeron? Ni yo sé siquiera si me entero. Demasiadas voces para tan pocas palabras. Demasiadas coces en tan pocas horas. Y muriendo me hallo. Cada día, cada hora. Derrota compartida  y éxitos malgastados. Llantos que derivan de sonrisas. Llantos que me añoran. Y yo sin prisa.

Mini ensayo para una sonrisa

Imagen
"El "piropo" es que me encanta mucho, muchísimo, tu sonrisa. A matar. Ojalá yo la tuviera. Sobre todo la cantidad de dientes que se ven, la curva de los labios y eso. Me parece magníficamente siniestra y elegantemente solemne. No, solemnemente elegante. No sé, ambas dos, tanto elegantemente solemne como solemnemente elegante, porque es natural. Y la envidio mucho. Tiene una curva chesiresca con una cadencia final al estilo Ryuk. Inspira perversión y maldad, malas intenciones, manipulación y juego. Y a la vez la mayor de las elegancias e impolutez existentes". Y que a mí no se me ocurra decir otra cosa que no sea "gracias".

Cuando yo era pequeña...

Imagen
Si llegara a tener descendencia, me gustaría llegar a ser abuela. Sí, una abuela de esas que cuentan historias, anécdotas de tiempos pasados, tal y como ha hecho y hace la mía conmigo. Bueno, por suerte yo tengo a mis cuatro abuelos con vida aún, pero me refería a mi abuela materna. La paterna también me ha contado muchas cosas, pero tampoco demasiadas referentes a su infancia o algo así, pero bueno, son abuelas. Seguramente, si leo esta entrada en el futuro me sacará llantos y sonrisas a partes iguales, pero, en fin, ahora esto es el presente y tengo que terminarla, ya tengo demasiadas entradas inacabadas guardadas en borradores esperando con carita de pena que las escriba algún día. Quizá dentro de esos (miles de) años que tienen que pasar para que yo tenga descendencia y, más aún, para que yo tenga nietos, ya han desaparecido cosas que nombre, pero no importa. Solo quería deciros que cuando yo era pequeña... No había TDT; ni móviles táctiles; ni eso que conecta a todo el mund

¿Y qué?

Imagen
¿Qué le pasa a la vida, que vive amargada? Con llantos y penas, con noches muy largas. Y el niño que implora, llorando, perdón. Y el alma que vive en una canción. Ni de tristes promesas puedo salvarte. Atrapado te hallas sin poder ayudarte. Y yo... aquí estoy. Sin más. Si no sabes de virtudes, no hables de defectos, pues más vale el silencio que palabras rotas. Más vale el pensamiento esquivo, que si no el alma llora. Nadie quiere eso. Todo aquello que dijimos suena más lejano  que las piedras que tiramos, que los ríos más apartados. Más vacío que yo misma, que no duermo por las noches ni de día. Ni tan siquiera pienso, siento o lo que se te ocurra. Ni tan siquiera sueño, ni como, ni vivo. Respiro por mera costumbre, desganada hasta para ello. ¿Ganas de vivir? Sí, póngame unas, pagaré lo que sea. Ni siquiera a mí me vale eso, no tengo dinero, ni virtudes, pero sí defectos. Ni la muchedumbre me entiende ni sé si quiero entenderlos. No, no

Números

Imagen
Somos códigos de barras encaramados a árboles de cristal, de tejas y de hierro. Somos monstruos criados por nosotros mismos en un intento de ser mejores personas, pero sin éxito. Somos lavadoras a punto de centrifugar. Somos bombas a punto de explotar. Jamás pensamos, ni decidimos ni caminamos. Todo está escrito, planeado, todo ha sido pensado. Ni dirigimos, ni coordinamos, ni obsequiamos, ni siquiera observamos. ¿Para qué? Ojos que no ven, corazón que no siente . Si no, ver, oír y callar . Y punto. Robots ladrones de pensamientos y trovadores del sentido de la vida. Verborrea incandescente y gemidos en el viento. Y en el tiempo también. ¿Qué estoy diciendo? Nada en absoluto y todo a la vez. ¿Te has encontrado? Porque yo no, ni a ti ni a nadie. ¿Para qué? Si más vale estar solo que mal acompañado . Si no, todos saben que dos son compañía y tres son multitud . Y punto. Punto, coma, punto y coma, ¿qué más da? ¿Acaso importa? Jirafas observantes y murciéla

Tonight...

Todo empezó un domingo por la tarde cuando mi sangre ya no sabía a mar. Ni siquiera imaginaba ya su risa, quizá porque era lo que debía pasar. Yo lo agradecía, sí, el dejar todo atrás, empezar de nuevo en todo y no volver a mirar. Pero qué fácil había sido, ¿no? Ni siquiera me costó. Ni siquiera una lágrima. No me reconocía y eso me asustaba. ¿Cómo cambia la gente tan de repente? Bueno, es una tontería que me pregunte eso de mí misma,  cuando solo hay que verte a ti. ¿Qué habrá sido de tu vida? ¿Alguna vez volverás?  Lo dudo. Mejor así. Tampoco deseo que lo hagas, pero por tu bien y el del resto  podrías volver a cambiar, y a dejar de caer y caer, empezar a remontar. Ser agradable está mejor de lo que parece. Ser agradable, como muy bien sabes, está sobrevalorado. Todo empezó un domingo por la tarde en el que mi sangre había empezado a brotar...

Overrated

Imagen
Hay muchas cosas en esta vida que para muchos nos resultan más que normales y que para otros, sin embargo, están sobrevaloradas. Mejor dicho, están infravaloradas, pues no las valoran lo suficiente, quizá porque piensen que están sobrevaloradas. Reír está sobrevalorado. Saludar está sobrevalorado. Ser educado está sobrevalorado. Ser amable está sobrevalorado. Tener pensamientos propios está sobrevalorado. Discutir razonadamente está sobrevalorado. No gritar está sobrevalorado. Dar sin esperar a recibir está sobrevalorado. Estar bien está sobrevalorado. Ser humilde está sobrevalorado. Ponerse en el lugar de alguien está sobrevalorado. Admitir que nos hemos equivocado está sobrevalorado. Sonreír está sobrevalorado. El respeto está sobrevalorado. Y, como estas, infinidad de cosas más. ¿Algo que de verdad esté sobrevalorado? La felicidad. Todo el mundo desea alcanzarla de una forma desesperada y carente de sentido. ¿Qué esperan encontrar? ¿Llegar a la c

Otoño

Imagen
Hoy comienza el otoño por fin. Adoro el otoño. Bueno, en realidad adoro la primavera y el otoño. Realmente no sé muy bien el porqué, ya que no me gustan el frío, las lluvias, que esté nublado ni nada de eso, pero me encantan esos colores marrones y naranjas que cubren el suelo en esta época del año. Donde vivía antes había una plaza que daba a un paseo, un paseo lleno de árboles a los lados. Cuando llegaba el otoño, todas las hojas se caían y formaban una preciosa alfombra crujiente y mullida que daba pena pisar. A mí me la daba. Es más, cuando era pequeña iba recogiendo hojas con formas bonitas. No es que tuvieran formas raras, eran hojas más que normales, pero no estaban rotas ni pisadas, ni se rompían con mirarlas. Eran suaves, blanditas y daban ganas de mimarlas. Sí, hablo de mimar hojas, pero ya sabíais que estoy loca. Mis padres siempre acababan hartos de mis "¡mirad qué hoja tan bonita!" y de regañarme por restregármelas por la cara. Eran momentos de esos que ec

Sabor veraniego

Imagen
Sí, bueno, más que sabor es la presencia del verano. Un verano que se está acabando de una manera terriblemente precipitada y sin consultar a nadie. Llevo en el mismo sitio de vacaciones desde finales de junio y dentro de nada, el treinta y uno de agosto, vuelvo por fin a mi casa. Y no digo que aquí no me sienta como si estuviera en casa (porque no lo hago, me siento mejor, mucho mejor), ya que llevo viniendo aquí los dieciocho años de mi existencia, pero añado un "por fin" porque todo esto me aburre. Mucho. La desidia me corroe por dentro. Pero ayer y hoy, sin embargo, he tenido unos momentos de agobio y de estrés que me han sacado de quicio. Entonces, me han hecho preguntarme si de verdad hay una parte de mí que quiere "volver" a la rutina o no. Un "volver" entre comillas porque esa rutina a la que supuestamente voy a regresar no la he llevado nunca a cabo, es totalmente nueva para mí y me asusta. Me asusta mucho. Tengo muchos miedos, sí, pero e

Quiéreme bajo un manzano

–Aquella tarde el cielo estaba nublado, muy nublado, y nosotros no teníamos paraguas, ¿sabes? –acompañó esa frase de una leve risa que acabó en tos. Carraspeó y antes de proseguir con la historia se subió las gafas por el puente de la nariz hasta colocarlas de nuevo en su sitio–. No me río porque me haga gracia el hecho de que no tuviéramos con qué protegernos si se ponía a diluviar de repente, sino porque recuerdo todo aquello de una manera feliz, por extraño que parezca. »Nos habíamos perdido en el bosque y ya estaba anocheciendo. Ella me cogió las manos y yo la abracé. De repente, me cayeron unas cuantas gotas encima, por lo que levanté la mirada hacia el cielo, pero no era allí donde llovía, sino en sus ojos. Me sabía mal que estuviera llorando, pero de alguna manera así se liberaría de toda la tristeza que le consumía en aquellos momentos y lo único que podía hacer yo era abrazarla. »“¿No estás feliz porque estemos aquí los dos juntos?”, le dije evitando mirar directamen

La faim

—No tengo hambre. Tras decir aquello, su mano descendió demasiado brusca, haciendo que la cuchara que en ella sostenía golpeara la mesa de cristal. Produjo un golpe seco, que asustó al pobre abuelo, quien dormía plácidamente al fondo de la habitación donde me encontraba. Por suerte, la mesa estaba cubierta por un mantel, un precioso mantel que mi propia madre había adornado con un estampado florido y chillón. Sin embargo, yo odiaba ese mantel y todo lo que éste representaba. —Tienes que comer, Amanda —le decía a mi hermana pequeña. Bueno, de pequeña tenía poco, simplemente quiero decir que era menor que yo. Ella ya tenía dieciséis años, pero a veces tenía esos momentos infantiles que me sacaban de quicio. Aun así, la comprendía perfectamente. Llevaba sin apenas comer más de dos meses y no podía culparla por ello, pero si seguía así enfermaría. Como mamá... —¡Me niego!  Esta vez fue el plato lo que salió despedido, con comida y todo. El suelo tenía nueva decoración y mi abuelo

Me lo prometiste

—Papá, ¿ves esa nube de allí? —dijo una voz de niña algo chillona. Su dueña tenía una bonita y brillante cabellera rubia y unos ojos tan azules como el cielo al que señalaba con sus pequeños dedos. El aire se colaba entre su vestido blanco y revolvía vilmente el lazo de su pelo, como si quisiera arrastrarlo allí a lo lejos, hacia ninguna parte. Y, efectivamente, aquella cinta, del mismo color que la sangre más roja, inició su baile con la brisa, una danza malévola que encontraba su fin en un suelo arenoso, de flores marchitas y hormigas trabajadoras bajo la luz de un sol que, a esas alturas, ya no calentaba. Es más, lo único cálido que bañaba en ese preciso instante a la chiquilla eran las lágrimas que se derramaban por sus mejillas sonrosadas. El cielo de sus ojos lloraba y aquellas formas de algodón que aguardaban en la bóveda celeste cada vez tenían menos paciencia, también querían llorar con ella. —Papá, me lo dijiste. Me dijiste que hoy nos pasaríamos la tarde mirando formas

¡SOY LIBRE!

Imagen
Al fin puedo saborear una pizca de libertad, un soplo de aire de alivio, respirar tranquila y sin agobios, hasta que me tenga que examinar de los exámenes de inglés de la Escuela Oficial de Idiomas. Y es que a pesar de que esto es un blog, nunca cuento nada acerca de las cosas que me pasan, pero mira, es que ¡HE ACABADO SELECTIVIDAD POR FIN! Y tenía que decirlo, claro. Otra cosa más que me quito de en medio... Ahora a esperar hasta el dichoso día 21 de junio (día que, por cierto, es el cumpleaños de mi madre) a que publiquen las notas para poder ver si lograré ser "UNIVERSITARIA" -insertar "voz profunda" aquí y tal-. Bueno, no me hagáis mucho caso, que yo a estas alturas ya carezco de cerebro. Han sido tres días agotadores, tres días que te marcan el futuro. Simplemente decir ¡que sea lo que Dios quiera! Os dejo con una de mis canciones preferidas de todos los tiempos que viene al pelo.

Terrible realidad

Rumores perdidos en el viento. Gotas de oscuridad cayendo de sus ojos cristalinos. Poesía arrebatada de sus labios y un latir que me atormenta. Hojas rotas por el suelo, mejillas hinchadas y rojizas, gritos, golpes, llantos... fracasos diarios y verdades discernidas. Verdades como puños de esos que no caben en la boca, segundos, minutos, horas... y todo ese tiempo perdido. Amargo como el sabor del llanto, ese que dormita en tu garganta, ese que despierta por las noches. Susurros, desvelos, mentiras piadosas... y no tanto, la verdad. Y todo esto formando parte de un mundo imaginario creado por el hombre y velado por las estrellas.

Aprender a bailar bajo la lluvia

Imagen
Me apetece escribir sobre cómo estoy, pero no sé cómo estoy. Me apetece ser lluvia, pero la odio. Y aquí no para de llover... No me gusta porque suele darme dolor de cabeza y hacer que me deprima. Pero me gusta el olor de las calles mojadas, el ruido que hace la lluvia al caer, me gustan los paraguas, las botas de agua y los chubasqueros, las típicas fotos de ventanas con gotas de agua que echan una carrera sobre ellas... A mí la lluvia me gusta, pero no el efecto que ésta me produce... Añoro esos días de mi infancia en los que me calzaba las botas de agua y me sentía diferente, alegre, me sentía bien y era raro que eso ocurriera, es raro que yo me sienta bien, pero es que eran mis botas de agua, entendedme... ¡eran mis botas de agua! Creo que toda persona en su insano juicio siente una devoción especial por sus botas de agua de cuando era niño y si no tenía unas, las quería, seguro. Pero vamos, dejando todo esto aparte, solamente decir que cuando llueve el mundo se ve

Y dile al mundo que quieres ser tú, solo tú

Imagen
Qué fácil es decir "quiero morirme" y no "quiero vivir", ¿verdad? Qué fácil es tirar la toalla y esperar que otros la recojan por nosotros... ¿Y si no la cogen? ... Si no la cogen, berreamos como cuando un niño pequeño tira su juguete favorito al suelo y se pone a llorar para que se lo cojan. Llega un momento en el que ya no hay nadie para recoger el juguete y éste está roto, ya no hay nada que hacer... ¡Mentira! Siempre puedes levantarte y recogerlo, a pesar de que te cueste mucho esfuerzo. Si no, ¿qué vas a hacer? ¿Quedarte ahí esperando a que ocurra un milagro? Yo no creo que los milagros existan. No sé, llamadme "mujer de poca fe", pero opino así. Como no hagas nada al respecto sobre algo, los resultados que obtendrás serán más bien nulos. También es verdad que existen casos y ejemplos varios sobre ciertas personas que con la ley del mínimo esfuerzo gobiernan estupendamente su vida, pero eso es suerte. La suerte de los tontos. Prefiero ser