#14 Desorden
Llego a casa y solo veo huellas. Huellas que me indican que has estado aquí en algún momento de mi vida. Como aquel día en el que viniste a tomar café un rato y al final te quedaste durante tres semanas. Podía sentir tus pies fríos incluso con la manta entre nosotros y no me molestaba porque eso significaba hogar. Abro el armario de la cocina y ahí está la caja de los cereales que solamente te gustaban a ti. La tiro a la basura. Llevan siete meses caducados. Creo que igualmente se pueden comer, pero seguramente están ya rancios y, además, como he dicho, solo te gustaban a ti. El armario de la entrada se ha quedado muy vacío sin tus abrigos, pero la que echa de menos tus bufandas soy yo. Ahora me entra frío por el cuello y se me mete en la garganta con cada bocanada de aire. Todavía no ha llegado el invierno, pero yo me siento como en la puta Antártida con todo este desorden. Solo quiero darle a rebobinar y caminar hacia atrás como cuando subes por una escalera mecánica que es de bajada