#9 Aroma
El otoño ha llegado tan suave que ni su brisa te levanta la falda. Llegas a casa de trabajar, enciendes unas varillas de incienso con aroma a vainilla, te descalzas y te sirves una copa de vino blanco. Cada noche, te pones un vinilo distinto y en esta tocaba algo de Nino Bravo. «Libre» siempre te ha puesto muy triste, así que, cuando llega, saltas directamente a la siguiente canción. Ojalá fuera tan fácil con todos los momentos malos: le das a «siguiente» y ya está. Aquí no ha pasado nada. Siempre has estado bien, tu vida es perfecta y todo el mundo te quiere. Tienes el trabajo de tus sueños y los dientes tan blancos que hasta la gente duda si son de mentira. Nunca te has planteado qué pasaría, qué harías, si las cosas fueran diferentes, porque jamás va a ocurrir. Jamás te vas a ver entre la espada y la pared o con una opción decisiva que cambiará tu vida para siempre. Que todo puede salir bien o salir bien, no hay otro resultado posible. Ojalá fuera tan fácil porque al final sí has puesto «Libre» y sí te has puesto triste. Te has hecho un ovillo en el sofá, con tu copa de vino y sin zapatos, escuchando atentamente cada palabra de la historia que cuenta esa canción, que, sí, te pone triste, pero no es precisamente por eso por lo que lloras.
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