#7 Augurio
No es lo mismo que te falte un botón en la camisa que que te falte el corazón en el pecho. Los dos dejan un hueco sin llenar, pero solo uno puedes reponerlo. He mirado el reloj cuatrocientas cincuenta y cuatro veces a pesar de tener la muñeca vacía porque pienso que en cualquier momento puedo perder el tren de las doce. No estoy tranquila, aunque sé que tengo más de media hora hasta que venga y que lo van a anunciar por los altavoces. La chica que indica el andén por el que llega mi trasporte está tan animada como cuando alguien te dice que lo siente porque se ha muerto tu bisabuela sin siquiera haberla conocido. Solamente recuerdas el cocido que te hacía cuando tenías siete años y lo mucho que le temblaban las manos ya entonces. Los temblores nunca han sido un buen augurio de nada. Ni siquiera cuando son únicamente por el frío y puedes arreglarlo poniéndote una manta por encima. Pero mucho menos lo eran cuando a ella se le caía el plato de sopa en el suelo y se hacía añicos, cachos, trozos, pedazos. Jamás se recompondría.
Comentarios
Publicar un comentario
¿Algo que quieras compartir?