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Mostrando entradas de junio, 2013

L'été

Todo sabía a azul y el aire tenía un tono dulzón. Abrí los ojos con miedo, no sabía qué encontraría allí. La boca seca no ayudaba, necesitaba beber. —Toma —ofreció una voz cercana. Frío en mis palmas. Sudor en las sienes. Rizos al viento.  Abrí la lata que me habían puesto en las manos, aún sin ver. No estaba preparada. Aquellos pasos lejanos, las voces, la espuma del mar. Todo era tan mágico, tan irreal. Y quería ver. Y me daba miedo. Y quería ver. Y vi. Vi que todo era maravilloso, que todo sabía a verde y el aire tenía un tono salado. Abrí los ojos del todo y entendí a medias. Entendí que la vida era eso. Que eso era lo que había estado buscando toda la vida. Durante mi vida había buscado mi vida y no la encontraba porque la estaba viviendo. Era verano. Verano.

Absence

Cómo detesto el ruido que no haces.  Y las cosas que no dices. Cómo detesto que te hayas atrevido a no atreverte. A no dejarte ver. Cómo mata la muerte.  Y, lamentablemente, cómo no vive la vida. Mientras, el piano suena.  Ah, no, sólo era una llamada entrante en un teléfono móvil.  Ajeno. Porque mío no. De todos modos, esta lógica absurda de la nada ya es un tema muy manido. Este absurdo lógico sin sentido nos teme más que nosotros a él. Fingimos que nos da miedo el futuro. Ponemos como incierto lo que sabemos con seguridad. Aplastamos esperanzas con nuestras propias manos.  A sabiendas de que lo hacemos. Nada nuevo. Nada.

Diecinueve

Iba corriendo a través de aquellos campos. Su risa se perdía con el canto de los pájaros y se entrelazaba con el viento. Aquel vestido blanco que llevaba luchaba por mantenerse en su sitio, pero los volantes estaban furiosos. —¡Llegaré antes que tú! —¡Eso ni lo sueñes! —recibió como respuesta. Su hermano le pisaba los talones (y le sacaba dos cabezas, todo había que decirlo), pero ella tenía muy claro que llegaría antes que él. —¡Solo me quedan diecinueve pasos más!  —gritó con una risilla intentando no pararse mucho, pero su hermano se tiró sobre ella para abrazarla por detrás. —Te he dicho que no vas a llegar. Se pararon y ella se dio la vuelta frunciendo el ceño, simulando un enfado. —¿Por qué no quieres que llegue a la cima? —Porque aún no estás lista y te puedes caer al llegar. Y no quiero que te hagas daño. —Pero ya soy mayor, estoy preparada. Me he hecho daño muchas veces y siempre me he levantado y he seguido. —Yo cuidaba de ti,... —Pero no lo necesitaba

Qué te voy a contar que aún no sepas

Imagen
Yo quiero las cosas claras, el chocolate espeso y el tiempo atmosférico parado en una eterna primavera próxima al verano, como el tiempo que hace cuando es mi cumpleaños o, incluso, un poco antes. Quiero arrancar la hierba del suelo y romper ramitas que caen de los árboles. Quiero escuchar al viento gritar de dolor y agonía. Quiero leer un libro bajo un árbol y oler el sabor de la alegría. Quiero que sepáis que lo que tenéis vosotros en el estómago son mariposas muertas que hay que extraer. Que estoy anclada entre inspiración y espiración y no sé salir de ahí.  Que yo soy esa que odia no poder odiar y quiere sin querer.  Esa idiota perdida de la vida, esa idiota engullida por la vida y que vive sin vivir. Que miramos al cielo buscando formas en las nubes y a lo mejor son ellas las que buscan formas en nosotros. Formas de evadirse de sus puñeteros días húmedos. Porque nadie piensa en la tristeza de las nubes. Nadie abraza al viento cuando gime y llora. Nadie sus