Qué te voy a contar que aún no sepas
Yo quiero las cosas claras, el chocolate espeso y el tiempo atmosférico parado en una eterna primavera próxima al verano, como el tiempo que hace cuando es mi cumpleaños o, incluso, un poco antes.
Quiero arrancar la hierba del suelo y romper ramitas que caen de los árboles.
Quiero escuchar al viento gritar de dolor y agonía.
Quiero leer un libro bajo un árbol y oler el sabor de la alegría.
Quiero que sepáis que lo que tenéis vosotros en el estómago son mariposas muertas que hay que extraer.
Que estoy anclada entre inspiración y espiración y no sé salir de ahí.
Que yo soy esa que odia no poder odiar y quiere sin querer.
Esa idiota perdida de la vida, esa idiota engullida por la vida y que vive sin vivir.
Que miramos al cielo buscando formas en las nubes y a lo mejor son ellas las que buscan formas en nosotros.
Formas de evadirse de sus puñeteros días húmedos.
Porque nadie piensa en la tristeza de las nubes.
Nadie abraza al viento cuando gime y llora.
Nadie susurra al arroyo que se tranquilice.
Nadie sabe lo que va a pasar.
Y nos centramos en vivir la vida.
¿Qué es eso exactamente? ¿Alguien sabría responder?
¿Alguien sabría responder sin preguntarle primero a su madre?
Qué te voy a contar que ya no sepas.
Pues todas estas cosas tontas y otras tantas que aún permanecen en mi cabeza y se mueren y matan por salir.
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