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Mostrando entradas de julio, 2013

Suicidio inmortal

Y la chica de las caderas desnudas con su hermosa decadencia arrastraba sábanas de lino entre huesos y torturas. Pues no hay tormentas ni lagos que no aguarden sus besos. Ni destellos fantasmales que no sonrían a su paso. Curvas sin frenos, labios heridos. Aquella piel tostada y esos ojos malditos. Navegan sin rumbo hacia el destino dibujando espirales en el tiempo. Y con ritmo, muy lento, callan heridas y lamentos. Compás descompasado y pesado sin nombre más que el de un tic-tac. Inmenso océano de palabras lanzadas al espacio como gritos de socorro. Y tú, que aguardas, paciente, al eterno sino y no llega. Que siempre viene tarde y te has cansado de esperar.

¿Por qué no saltamos desde un quinto piso?

Mi alma tiene unas ganas terribles de llorar y yo soy una opresora de mierda que no le deja. O algo así.  Lo mejor es que es sin razón.  A ver, ¿por qué podemos reír sin razón, pero no llorar?  Si ya lo dije: somos idiotas.  ¿Pero cuántas veces hacemos lo que necesitamos hacer?  Eso y que somos unos putos vagos. ¿O me equivoco? Bien, cerremos los ojos y no pensemos durante un momento. Eh, te estoy viendo, ciérralos. Y cuenta hasta diez, susurrando. 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 ¿Ya estás de vuelta? Muy bien. ¿Ha cambiado algo? No, ¿verdad? Sinceramente, ¿qué esperabas que pasara? Ah, que ni has cerrado los ojos. Hazlo y date cuenta de que nada se soluciona. Nada se soluciona si tú no mueves los dedos. Eso es lo que quiero que entiendas. ¿Por qué no nos tiramos desde un quinto piso? ¿Te gusta desde más alto? No hay problema. Yo no soy la que va a recoger los cachitos. Ni tú. Quizá no lo haga nadie. Quiero que comprendas que así

Me da miedo la gente

Pero hasta límites insospechados. En vez de mejorar en las relaciones sociales, lo único que he hecho ha sido acabar siendo totalmente incapaz de hablar con la gente. Soy prácticamente incapaz de sentirme a gusto con alguien. He acabado convirtiéndome en un bicho más raro que el perro verde que ya era. Muy poca gente sabe tratar conmigo, ya que parece que tengo un humor muy cambiante. En realidad no es así en la mayoría de los casos. Lo que quiero decir es que detesto dar esa imagen de persona simpática y a la que le puedes contar toda tu vida a los dos minutos de conocerla. No digo que no lo sea, pero me agobia mucho. De verdad. Conmigo hay que ir más despacio por lo general. Me ponéis en un compromiso social que solo habéis acatado vosotros y dais por sentado que yo también lo he hecho cuando no es así. Y tampoco debéis presuponer que una persona que ha sido simpática una vez lo vaya a ser siempre.  ¡Somos seres humanos! Tenemos distintos estados de ánimo, dist

Somos idiotas

He hecho el descubrimiento del siglo, lo sé, no hace falta que me deis las gracias. A veces somos un verso mal escrito, un renglón torcido o una mancha de tinta en una hoja de papel, pero somos parte de la página. Y eso es lo que debería importarnos. Porque si te fijas bien puedes ver que todos tenemos las ideas agrietadas y los pulmones vacíos. Que todos somos, al fin y al cabo, lo que se conoce como iguales . Al menos en ese sentido, en el de ser idiotas. Y que bien.

Romance de la infanta jorobadita

Hoy quería compartir con vosotros esta poesía que más de una vez (y de dos y de tres) me ha recitado mi abuela materna. Para ella es muy especial porque su hermana, quien murió muy joven, llamó una vez a la radio para recitarla. A mí personalmente me pone los pelos de punta. A ella también. Y no pretendo que a vosotros os pase lo mismo, pero si eso ocurriera, sería maravilloso. Simplemente necesitaba que esto estuviera aquí, en mi blog, que formara parte de mí. Dice así: Romance de la infanta jorobadita Hila, hila, que te hila, hilaban las dos infantas. La mayor, hilos de oro la segunda, hilos de plata. La más niña de las tres se distraía y no hilaba. Sobre el faldellín de raso ociosa la mano blanca, los ojos claros perdidos más allá de la ventana, en la noche, toda llena de estrellas y luna clara. Con la sonrisa en los labios la miran las dos hermanas. Como era jorobadita todos la menospr

Yes, we can

Podemos ser espejos rotos tirados por el suelo. Podemos ser migas de pan del bocadillo de la merienda. Podemos ser una amapola en primavera. Podemos ser el reflejo de lo que queremos ser y nunca seremos. Podemos ser tantas cosas que muchas veces no sabemos por dónde empezar. Estamos parados, como esas señoras que nos cortan el paso cuando caminamos por la calle. Titubeando, indecisos, al igual que cuando vamos a comprar un helado y tenemos que elegir de qué sabor  lo queremos. Sabemos lo que no nos gusta, pero no lo que sí. Mejor dicho, hay tantas cosas que nos gustan que no sabemos qué es lo que nos gusta más. Y las ganas, como la energía, se traspasan de una actividad a otra.  Dejamos a medias mil cosas que pensamos retomar algún día. Ilusos. ¿Pero esto no va de eso? ¿De soñar? De soñar con hacer las cosas realidad. El problema es que cuando los sueños se hacen realidad ya no quieres volver a soñar. Y quiero creer que no nos hemos rendido ante eso. De ver

You're losing your mind again

Últimamente (creo que lo que viene siendo desde ayer) me he permitido pensar, pensar en muchas cosas. En cosas que no debo pensar nunca. Es como la sección prohibida de la biblioteca de Harry Potter. La he visitado de noche, a oscuras, a escondidas, sin que nadie me viera. Ni siquiera yo.  Y digo que ni siquiera yo me he dado cuenta porque no estoy pensando en nada, no pienso en esas cosas en las que no tengo que pensar porque ya tengo asumido que no tengo que hacerlo, pero de alguna forma siento que lo he hecho. Una vez me describieron como "profunda, pero feliz". Me dijeron que daba esa sensación. Detesto parecer tan feliz, entonces, porque no lo soy. Y en cuanto no estoy haciendo el idiota, sonriendo o cualquier cosa así se piensan que me pasa algo. Hoy me ha preguntado mi primo cuatro veces que qué me pasa. Yo le he dicho que nada y es verdad. No me pasa nada. No entiendo por qué parece que estoy triste, deprimida y enfadada. No entiendo por qué lo siento así. Tampoc