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Mostrando entradas de enero, 2014

¿Alguna vez has disparado una pistola de verdad?

"¿Qué tiene de mérito que un muerto no respire?", te repites una y otra vez mientras aceleras cada vez más el paso.  Te das cuenta de que cuanto más rápido piensas, más rápido andas y que es un círculo tan vicioso que temes que se te rompan las piernas por no poder seguir tu ritmo mental. Ese jadeo se convierte en auténticas bocanadas de dolor y el ardor de tus pulmones quema más que el alcohol más puro en la garganta. Y no paras. No paras. Y caminas. Caminas. Se te va cayendo la vida junto con los pantalones a cada paso, pero no puedes pararte. No puedes. No puedes perder tiempo. No puedes. Y es gracioso porque lo único que te persigue eres tú. Tú y tu cabeza. Miras a los lados esperando ojos que te recriminen el acto tan atroz que has llevado a cabo y solo te encuentras con la nada en las miradas de la gente, con la sonrisa esa tan absurda y tan callada. Sonrisas mudas que no dicen una puta mierda porque las ha puesto ahí cualquier gilipollas aleatorio. Y tú miras

En mis ratos libres soy musa de desgracias

No puedo decirte que te ha traído hasta aquí el canto de los pájaros, hacia mi ventana, cuando soy yo la que ha ido a buscarte arrojándote piedras a puñados. No puedes decirme que seguiste el camino de baldosas amarillas si ibas rompiendo todo el suelo a martillazos para encontrarme. Cómo me gustaría poder decirte poesía en el corazón y susurros en los ojos mientras que el llanto inunda mi garganta y se pierde en una esquina. Cómo te gustaría arañarme la mirada con los dientes y morderme los huesos con los dedos sin pararte a coger aire porque respirar es para necios. Soy algo así como una musa rota por fuera y por dentro. A ratos, vacíos. A ratos, muy lentos. Eres algo así como lo que no quiero. El poeta mal situado en un cruce de caminos borrados por el tiempo.

Historias en el metro II

Vas en el metro volviendo de la universidad como cualquier día, como todos los días. Te sujetas a una de las barras de agarre que está frente a una de las puertas del vagón a pesar de que hay sitios libres porque se los quieres ceder a otras personas que a lo mejor los necesitan más que tú. Y eso que tú vas a un sitio que está lejos, pero has estado sentada toda la mañana y por el momento no te apetece hacerlo más. Las puertas siguen abiertas. ¿Cuántos minutos han pasado ya? ¿Es que el metro no se va a poner en marcha? ¿Cuándo piensa sonar el pitido ese de los cojones que indica que las puertas se están cerrando? Ah, por fin. Por fin está sonando, pero todavía no se están cerrando para siempre, se pueden abrir otra vez. Y viene gente. Viene gente que cree que se le va el metro y por eso corre, pero el metro sigue ahí parado. Y tú te planteas darle al botón, adornado con una luz verde que indica que aún pueden abrirse las puertas, para facilitarle la entrada a esa gente. Pero n

"Que bebemos hasta morir y luego vomitamos".

Ella estaba vomitando en sus zapatos nuevos y él solo podía mirarla con una sonrisa contenida por el asco que le producía aquella situación. Estaba tan guapa, incluso así, que no podía dejar de mirarla. Su larga  y lacia melena caía hacia abajo en un intento suicida de mancharse con aquella mezcla rara de alcohol y bilis que había salido de sus entrañas y él tuvo el gran y delicado detalle de recogérsela. —Joder, Beth, ya te vale. Había estrenado hoy estos zapatos, ¿sabes? Me había puesto guapo para ti. —Se rió como un gilipollas tras decir aquello, esperando que ella le dijera algo, pero la chica estaba muy ocupada intentando no morirse entre el ardor de las arcadas—. Te dije que no era buena idea tomarse todo eso, pero bueno, qué se le va a hacer. —¿Te puedes callar de una puta vez? —Era la primera vez que Beth hablaba con él en toda la noche. Había conseguido unos segundos de tiempo entre una arcada y otra para poder decirle unas palabras—. Mira, tío, si quieres, vete. Vete.

Allí donde vivimos de manera diferente

Ya no suelo cantar en la ducha, solo pienso para mí. Pienso sobre cosas que me han pasado y que me han dicho y sobre cosas que van a pasar. Pienso sobre cosas que están pasando, pero no las analizo en exceso, sino que paso de una cosa a otra por no dedicarle mucho tiempo, por no devanarme demasiado los sesos. Pero hoy he cantado en la ducha. Y muy bien, además. Creo que voy mejorando. (Creo que me he roto un poco la garganta, porque es lo que me pasa siempre cuando canto.) Hoy he soñado en la ducha con futuros imposibles de crear (por eso son soñados). Futuros con los que llevo años soñando. Hoy he hablado en la ducha. He hablado en inglés conmigo misma. Todo esto suena muy raro, lo sé, pero cuando estoy sola no hablo conmigo misma porque me siento tonta, así que tiene que haber gente conmigo para que lo haga. Si hablo conmigo misma estando sola, no sé por qué, suelo hacerlo en inglés. Está bien porque así practico, pero a ver, que no es normal. Que tampoco quiero serlo, pero

High Hopes

Aquellos ojos azules la llamaban más que los cascabeles a los gatos y que el queso a los ratones. Recordaba. Si no eran esos ojos, no quería las miradas. Recordaba. Y su risa, temblando al borde de ese lapso temporal, amargo refugio de su querer. Recordaba. Las pisadas en los charcos a las cinco de la mañana, el traspiés junto al escalón que llevaba a su casa. Recordaba. Aquel vestido medio roto colgando del pomo, aquella tarta de chocolate sin comer. Recordaba. Le encantaba inventar historias mientras se columpiaba junto a la horca de su corazón. Y mentía .

"Si tuvieras que vivir el resto de tu vida en una película, ¿cuál sería?"

Alguna en la que acabe yo muy muerta en el suelo, muy rota por fuera y por dentro. Rota de verdad, no solo metafóricamente. Rota hasta decir basta.  No quiero películas con finales felices, que qué coñazo eso de morir paralizada y con una sonrisa, solo porque han salido los créditos. Ahí eternamente, muerta sin morir. Muerta solo porque han salido los créditos. Solo porque han salido los créditos.  Quiero ser la mejor canción de la película, esa que te hace bailar y morirte a la vez, que te hace sentir el cielo cinematógrafico y que te hace quedarte un poco más cuando ya han salido los créditos. Cuando ya han salido los créditos.  Me gustaría ser ese personaje secundario al que se le coge cariño y al que se le llora cuando se muere, ese que siempre es mi favorito y al que todo le va mal. Pero no le va mal todo por morirse, siempre y cuando no se muera solo porque han salido los créditos. Solo porque han salido los créditos. Pero supongo que Grease. Siempre Grease. Ojalá

"Era la pieza que me faltaba".

¿Para qué? Quiero decir, eres la pieza que me faltaba para romperme. Gracias. De verdad.