Goddess of the silver moon
Estoy encoñada con un objeto virtual. Un jarrón de píxeles. Un tweet de 140 caracteres. Un mensaje privado en un foro de Internet. No sé, creo que me he vuelto idiota. Que el martilleo bajo el pecho es de ansiedad y no de amor. Que mañana empiezo de cero en otro sitio y eso me tiene acojonada. Que no puedo parar de mover la pierna izquierda. Una y otra vez, y así todo el rato, pero como cien veces por segundo. Os juro que quiero parar. Echar el freno de mano. De pie. Comienzo a correr hacia un muro de acero sobre el que alguien ha construido una puerta. Y ese alguien soy yo. Que al final no estaba muerta (ni estaba de parranda, solo petrificada). Últimamente solo escucho canciones que son perfectas para practicar la brujería en los bosques cuando hay luna llena y no hay nada que me llene más que a ella. Pongo una en bucle para los próximos ciento dieciséis años y soy feliz.