Como un pájaro recién nacido
Se me va a caer la cabeza. Y, con ella, los ojos. Ya no sé lo que es dormir; no sé distinguir realidad de sueño ni de ciencia ficción. Si alguien me dijera que estamos bajo tierra, le creería salvo porque ahora veo la luz del sol. Ha amanecido hace unos minutos, pero para mí sigue siendo de noche. Siguen siendo las tres de la mañana y no puedo dormir. Mis vecinos ven una película con el volumen de la tele muy alto como hasta la una y media. Luego me acuerdo de alguien que ya no forma parte de mi vida. Espero que esté bien. Después, no es nada psicológico, me digo, sino físico, pero ya no estoy segura de por qué no duermo. Da igual, supongo. La cosa es que así no puedo seguir. Que los cristales se me clavan en los ojos, aunque ya no en el corazón. Supongo que es un paso hacia delante, pero yo me siento arrastrada por el barro. Solamente quiero salir. Pero ya no. Me da miedo.