La caracola es de cristal, pero no puedo atravesarla
La verdad es que me aterra todo lo que está pasando y ocupo todo el día en distracciones que me evaden de la vida en general. Prefiero no pensar en nada, no leer noticias y apenas hablo con nadie. Hoy he salido al balcón y ha vuelto a invadirme esa ansiedad que tenía cuando en mi casa de antes salía a la terraza a las tres de la mañana y me imaginaba saltando al vacío. Solo me siento bien cuando salgo con mi compañera de piso y está a mi lado aplaudiendo. Me alegra que a partir de ahora anochezca más tarde porque soy una persona más bien diurna, pero es de día cuando el exterior me da miedo. Me siento tan sola como siempre, pero ahora todavía más. Quiero llorar y no me sale. Le explico a la gente que no estoy bien, pero que estoy mejor que la semana pasada y a estas alturas no sé si es cierto. Solo quiero que esto acabe ya, pero a la vez no quiero pensar en ello. Ponerle fecha al fin es doloroso. He perdido la cuenta de los días y no sé qué haría sin Internet. En parte, me siento muy afortunada. Siempre hay gente peor. Mucho peor. Pero, eh, que no se nos olvide que esto, en algún momento, acaba.
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