Escribiendo sobre escribir (una vez más)

Llevo un tiempo (muy largo) desquiciada con la idea de escribir, pero no escribo. De terminar de una vez por todas una especie de novela corta (muy corta) que empecé en 2015 (ya está bien), pero la empecé a escribir a modo de terapia de muchas cosas que viví en los años previos y ahora me siento tan alejada de eso que no sé cómo continuar sin sentirlo totalmente falso. Tampoco contemplo la idea de hacer borrón y cuenta nueva, empezarla de cero, porque entonces no la escribiría, pero realmente la quiero terminar. Mi problema principal es que nunca sé cómo acabar una historia porque no la planifico. Empiezo con un principio muy claro, revelador, un desarrollo interesante ¿y luego? La nada. Me atasco. Hay escenas que sé que quiero contar, solo tengo que encontrar el modo de llegar hasta ellas, pero el final no está claro. Valoré varios en su día. No llegué a ninguna conclusión. Hay un trozo que no sé si quitarlo porque es horrible (no porque esté mal escrito, sino por lo que narra), pero al mismo tiempo es importante. Muchas cosas que me bloquean y al final no hago nada.

También he pensado (muchas veces) en empezar algo nuevo, de cero, con el estilo que tengo ahora, desde la persona que soy ahora, pero pienso que no tengo nada que contar. No sabría de qué hablar, pero al mismo tiempo se me ocurren mil cosas porque (repito) soy bastante buena con los inicios. No quiero otra cosa inacabada. Otra más no, por favor. Con cuatro o cinco es suficiente.

Me gustaría escribir canciones. Lo echo de menos. Lo digo como si alguna vez lo hubiera hecho con cierta asiduidad o como si hubiese terminado alguna (esto último es mentira porque he terminado varias). Echo mucho de menos, en general, tener esa chispa creativa, ese periodo de mi vida en el que absolutamente todo me inspiraba. Tenía miles de notas en el móvil que ahora no sé ni dónde están porque nunca volví a tener esa aplicación.

Echo de menos escribir aquí, eso también. No lo hago porque ya no escribo en general. No lo hago porque, si escribo, muchas veces lo hago en Instagram. Pero la realidad es que ni siquiera hago eso. No siento que quiera contarle nada a nadie y eso me da pena. Antes no era así. Que sí, que la gente cambia, evoluciona y todo eso, pero me da pena porque me gusta mucho escribir y es algo que disfruto (aparte de que considero que se me da bien). Y aunque ya no lo uso tanto para «vomitar», nunca ha dejado de ser mi medio para hacerlo.

Siento que cada vez me expreso menos, que cada vez cuento menos y al mismo tiempo no he dejado de hablar. No sé cómo explicarlo. Ni si quiera yo lo entiendo del todo. Pero sé que echo de menos todo esto.

No he dejado de escribir en todos estos años (en todos los años que llevo viva, desde que aprendí a escribir), pero no es lo mismo, no lo vivo de la misma manera, y no sé cómo arreglarlo. No voy a decir que no sé cómo recuperarlo porque es absurdo anhelar algo que pertenecía a una persona que ya no soy, pero lo que sea adaptado a mi yo de ahora. Por favor, universo, concédeme ese capricho.

No pido nada más.



Nunca he escrito tantos paréntesis en mi vida (no sé qué me pasa).

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