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Mostrando entradas de enero, 2016

Make a worse situation

Saqué las llaves de mi bolsillo y aquel tintineo diabólico golpeó la puerta mientras introducía una de ellas en la cerradura. Giré tres veces hacia la derecha, deseando que Lilian no hubiera echado una vuelta más. Nada más atravesar la entrada, se produjo un golpe sordo, acaparando toda mi atención. —¿Lil? ¿Eres tú? —pregunté avanzando por el pasillo, con las llaves dentro de mi puño cerrado, preparado para golpearle a alguien en la cara si hiciera falta— ¿Lil? ¿Estás bien? Nadie respondió y yo me estaba poniendo muy nerviosa. Anduve un poco más, con sigilo, latiéndome el corazón más rápido a cada paso que daba. Intenté que nadie me oyera respirar, que nadie notara mi presencia, pero al llegar al salón me di cuenta de que lo que tenía que haber hecho era correr. Correr, gritar, llorar. Y es lo que empecé a hacer de inmediato al hallar a Lilian, mi preciosa Lilian, mi Lil, inconsciente en el suelo. Tiré las llaves y me arrodillé junto a ella, cogiéndola entre mis brazos y dándo

espera, no eres quien yo creía

tienes galaxias entre las costillas y rubor en las mejillas tienes fuego en los dedos, junto a tus anillos (de Saturno) tienes pintura en la lengua (te vas a morir) la química dice que te vas a morir tienes torpeza e insomnio y sábanas de color negro tienes tres ovejas en una cabaña y yo no tengo nada, nada, nada tengo vida tengo vida tengo vida no, no tengo vida tengo miedo ¿te queda valor?

Holoceno

Puede que ya esté bien de tanto escribir, que ya son seis años aquí, quién lo diría: seis años sangrando. Seis años con cadenas en los pies, prisionera en un pozo lleno de ratas. Seis años de vomitar en un cubo gigante, de llorar por dentro, de apuñalarme los ojos y morderme el interior de las mejillas. Pero es que en realidad no son seis años, porque lo de escribir, lo de sangrar, lo de las cadenas y el pozo y el vomitar no son de ahora. Son de siempre. Son elementos atemporales, independientes o dependientes de mi malestar; independientes o dependientes de mi bienestar. Porque escribir siempre me ha gustado, siempre lo he necesitado, siempre me ha permitido ser libre y mejor, a pesar de que también me haya ayudado a sentirme prisionera y estar peor, pero eso no tiene nada que ver con escribir (lo primero sí). Solo quiero deciros que no voy a parar. Y da igual los metros que tenga ese pozo y lo fuertes que sean esas cadenas. Siempre habrá libertad.