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Mostrando entradas de junio, 2016

Usurpadores de vida

Lucía estaba sentada en un banco que había en mitad de aquel jardín de girasoles. El color amarillo era tan intenso que no le dejaba pensar en azul. Llevaba una mochila negra, de un tamaño más pequeño que su pulmón derecho, en la que guardaba el tabaco y el mechero y poco más. Se la quitó de los hombros, la puso en su regazo y la abrió para darse un respiro llenándose de humo. Sebastián llegaba tarde. Otra vez. Lucía miró el reloj, diminuto y marrón, en su muñeca izquierda. Ya llevaba una hora y veinticuatro minutos esperándolo. Dio una calada, y dos y tres. Miró a los girasoles y trató de contarlos. Había más de uno, y dos y tres centenares de aquellas flores tan rebosantes de vida. Su alegría contrastaba de una forma melancólica y absurda con el cadáver del corazón de Lucía. Se cogió con fuerza uno de los lados del vestido azul oscuro que llevaba. Era gasa, semitransparente, veraniego, demasiado bonito. Estúpidamente bonito. Quería romper la tela. El cigarro, entre los dedos de