Sabor veraniego
Sí, bueno, más que sabor es la presencia del verano. Un verano que se está acabando de una manera terriblemente precipitada y sin consultar a nadie. Llevo en el mismo sitio de vacaciones desde finales de junio y dentro de nada, el treinta y uno de agosto, vuelvo por fin a mi casa. Y no digo que aquí no me sienta como si estuviera en casa (porque no lo hago, me siento mejor, mucho mejor), ya que llevo viniendo aquí los dieciocho años de mi existencia, pero añado un "por fin" porque todo esto me aburre. Mucho. La desidia me corroe por dentro. Pero ayer y hoy, sin embargo, he tenido unos momentos de agobio y de estrés que me han sacado de quicio. Entonces, me han hecho preguntarme si de verdad hay una parte de mí que quiere "volver" a la rutina o no. Un "volver" entre comillas porque esa rutina a la que supuestamente voy a regresar no la he llevado nunca a cabo, es totalmente nueva para mí y me asusta. Me asusta mucho. Tengo muchos miedos, sí, pero e