Somos seres de caparazón
La Tierra se rebela, aunque algunos dicen que es Dios el que pulsa el botón de la destrucción total y la verdad es que yo ya no sé en qué creer.
Supongo que después del vigésimo primer día todo será más sencillo, por eso que dicen de que hacen falta veintiún días para crear un hábito. Para mí es el séptimo y estoy al borde del colapso. No me imagino en una cárcel ni en OT. Ya no. Al menos ellos tienen más estímulos y una casa más grande, aunque son más personas ahí dentro y yo lo que quiero ahora mismo es encerrarme en mi caparazón y no salir jamás. No quiero hablar con nadie en todo el día, solo quiero jugar a «Los Sims» hasta que el mundo acabe, y tampoco. Me aburro enseguida de las cosas.
Pensaba que todo esto me daría ganas de escribir, de leer, de ver películas, de hacer cursos online, de hacer limpieza en el ordenador... Todo eso que tengo un poco dejado de lado y para lo que ahora mismo sería un momento estupendo. Pero no pasa.
He empezado a ver «Ana y los 7» y cada vez que alguien se toca o que sale a la calle no puedo evitar pensar que qué hace, que no va a servir de nada lo que estamos intentando hacer aquellos que no salimos de casa desde hace varios días. Y luego me doy cuenta de que es ficción y que está en la pantalla de mi ordenador. Que lo real es más surrealista que una serie basada en una Mary Poppins un poco más de barrio y en la que todo el mundo habla como nadie ha hablado jamás. Al menos desde los 80.
Nos ha tocado vivir este momento ridículo ahora, pero lo mejor y lo peor es que lo podemos compartir porque Internet existe.
Imagino que lo más duro son estos primeros días y que luego lo llevaremos mejor. No sé, me consuela saber que al menos no estamos en Matrix.
Supongo que después del vigésimo primer día todo será más sencillo, por eso que dicen de que hacen falta veintiún días para crear un hábito. Para mí es el séptimo y estoy al borde del colapso. No me imagino en una cárcel ni en OT. Ya no. Al menos ellos tienen más estímulos y una casa más grande, aunque son más personas ahí dentro y yo lo que quiero ahora mismo es encerrarme en mi caparazón y no salir jamás. No quiero hablar con nadie en todo el día, solo quiero jugar a «Los Sims» hasta que el mundo acabe, y tampoco. Me aburro enseguida de las cosas.
Pensaba que todo esto me daría ganas de escribir, de leer, de ver películas, de hacer cursos online, de hacer limpieza en el ordenador... Todo eso que tengo un poco dejado de lado y para lo que ahora mismo sería un momento estupendo. Pero no pasa.
He empezado a ver «Ana y los 7» y cada vez que alguien se toca o que sale a la calle no puedo evitar pensar que qué hace, que no va a servir de nada lo que estamos intentando hacer aquellos que no salimos de casa desde hace varios días. Y luego me doy cuenta de que es ficción y que está en la pantalla de mi ordenador. Que lo real es más surrealista que una serie basada en una Mary Poppins un poco más de barrio y en la que todo el mundo habla como nadie ha hablado jamás. Al menos desde los 80.
Nos ha tocado vivir este momento ridículo ahora, pero lo mejor y lo peor es que lo podemos compartir porque Internet existe.
Imagino que lo más duro son estos primeros días y que luego lo llevaremos mejor. No sé, me consuela saber que al menos no estamos en Matrix.
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