#4 Confianza

El caballo galopaba tan fuerte que cada vez que pisaba el suelo, sonaba a costillas rotas o a balazo en el corazón. Hacía siete días que no se enfrentaba a nadie mediante un duelo, pero todavía recordaba cómo sonaban las pistolas al disparar. Tenías que entrenar para dar en la diana y no fallar. Solo había una oportunidad y no podías desperdiciarla porque eso significaba estar muerto.

Los pulmones le dolían como si fuera él el que corría en vez del équido. Quería llegar ya al siguiente pueblo, a un lugar en el que nadie le conociera y empezar de cero. Estaba harto de tener que huir siempre, pero parecía que una especie de mala estrella lo perseguía desde pequeño. Todos los sitios a los que iba acababan siendo polvo, cenizas y ruinas. Y él, el único superviviente. Era como un agujero negro. Un jinete de la muerte. El sol demasiado cerca de Mercurio. Vertidos tóxicos en el mar.

Si algo no le faltaba, era confianza. Tenía fe en que en la próxima localidad le iría mejor. Que se enamoraría de alguien y el destino o lo que fuera que le hubiera maldito le quitaría la soga del cuello. Aunque la vida se empeñara en decirle que lo que creía era mentira, una y otra vez, él lo seguiría intentando. Porque solo fracasas cuando dejas de intentarlo, ¿no?

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