Encerrado en un ataúd

La vida va de que sufres un montón hasta el final, cuando te ponen bien guapo para decirle adiós al mundo. Es absurda toda esta cosa de maquillar a los muertos: a los gusanos no les gusta. Ellos solo quieren ser mariposas. Ellos solo quieren ser mariposas. Y tú también, pero tú estás muerto. Pero. Tú. Estás. Muerto.

Llaman a la puerta y miras y no hay nadie. Y vuelves a lo tuyo porque no estás como para perder el tiempo con cosas que no existen. Vuelves a lo tuyo, que es ver fotos de nosequién en su Facebook. Porque no estás como para perder el tiempo con cosas que sí existen. Vuelves a mirar hacia la puerta y deseas que haya alguien, que haya algo, aunque sean los gusanos. Pero ellos solo quieren ser mariposas. Y tú no estás como para perder el tiempo.

Tragas saliva y miras al techo. "Otra vez no", dices, como si fuera algo repetido y no nuevo. Un deyavú de esos. Es que no es nuevo. Otra. Vez. No. Las arañas trepan por las paredes de tu habitación porque no pueden hacerlo por las de tu estómago. Aún no. Eso solo pueden hacerlo los gusanos. Pero ellos solo quieren ser mariposas. Y tú también, pero tú estás muerto. Y maquillado. Pero. Tú. Estás. Muerto. 

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