Las perlas para las ostras

Saturno devoró a sus hijos,
pero no una vez ni dos, sino infinitas.

Se tragó las estrellas, las escupió
y te las clavó en los ojos.

"Para que tengas algo de luz", te dijo.
"Para que sientas que tienes algo que brilla".
(Porque en realidad no vales nada).

Oculto a los ojos de los grandes,
le miraste a los suyos y dijiste:
"Padre, yo no quiero estrellas, quiero mares.
Los ojos me lloran, no quiero brillar jamás".

Lo desafiaste, te enfadaste y gritaste.
Y nos ahogaste a todos en el azul.

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