Yo qué sé

No tengo ni idea de nada, así en general, y me da rabia, pero al mismo tiempo sé que esto que digo es mentira. Pensaba que iba a acabar el año sin haber escrito nada aquí. Iba a decir «sin pasarme por aquí», pero tengo la enfermiza costumbre de venir a verme y abrirme todas las heridas de vez en cuando. También podemos llamarlo «egolatría» o qué sé yo. Me gusta leerme. Me gusta rebozarme en la mierda. Sentirme fatal. Yo qué sé. Al final uno no cambia nunca y al mismo tiempo no deja de cambiar. Hoy he llorado leyendo la historia real de una chica a la que le hicieron un trasplante de pulmones. Nunca leo esas cosas. No me gustan ese tipo de relatos, pero lo que menos me gusta es la reacción de la gente al respecto. Pero hoy estoy sensible. Han pasado cosas (nunca dejan de pasar cosas) y hoy estaba y estoy sensible, así que he llorado y supongo que también he aprovechado para llorar por otras cosas. Me alegra haber recuperado la capacidad de llorar, aunque tampoco lo haga como antes, pero al menos es algo que ha vuelto a mi vida. Siento mucho vomitar todas estas frases que aparentemente no tienen conexión entre sí, aunque para mí sí tienen sentido. Da igual, si probablemente nadie va a leer esto. Solo yo cuando vuelva a verme y a abrirme las heridas. Solo yo entraré y diré «Vaya, la única entrada que escribí en 2022. Tendría que haber puesto todo esto es un post de Instagram y ya, como siempre». Por eso ya no escribo aquí, aunque allí tampoco cuento todo lo que pienso. Al final hay sitios concretos para palabras concretas y para cierta forma concreta de expresarlas. Aquí no escribo igual. Aquí me siento más en casa, guarecida, acogida entre mis propios brazos y el dolor poético absurdo que está entrelazado junto con todo el resto de mi ADN desde siempre. No pasa nada, soy así, ya lo tengo asumido. La gente no deja de decepcionarme y de hacerme daño últimamente y yo me tengo que esforzar mucho en aferrarme (y no soltarme) al pensamiento de que no todo el mundo es así y de que no ocurre siempre, de que el universo no me odia y que no todo está mal en mí. A veces cuesta más que otras. Hoy cuesta. Mucho. Ojalá poder abrazar a alguien. Y seguramente a alguien en concreto. Solo quiero que me quieran. Supongo que eso lo quiere todo el mundo, pero que no sea único no lo hace menos verdadero. Me siento muy mal por muchas cosas. Ha sido un año muy largo y muy duro y ojalá que el siguiente sea mejor, claro que sí, pero es que yo ya no espero nada. No tengo fuerzas para seguir moviendo los engranajes que me hacen funcionar. Estoy triste, apática, dolida. Tengo migraña. No para de llover. Quiero poner fin a este escrito y al mismo tiempo siento que no voy a acabarlo nunca. Quizá pretendo soltar todo lo que no he puesto aquí en todo el año. Prometo que también ha habido cosas buenas, pero creo que a nivel psicológico he recibido tantos mazazos que ha terminado de rompérseme el cerebro. Aun así, por razones que no entiendo, sigue funcionando.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Todos los días lo mismo

Is the earth colored red?

Escribiendo sobre escribir (una vez más)