Entradas

19 de noviembre de 2025

Esto que ha pasado hoy es algo que normalmente le pasa a la gente, pero no a mí. Es algo ajeno, pero no mío. Quizá por eso lo siento distante. Quizá por eso me siento ausente. Ojalá estar ausente de verdad, ser humo, porque así no me partiría este dolor en trozos con la fuerza de mil rayos. Así no me sentiría rota por tres mil sitios a la vez. Me ahogo con mis propios mocos por el llanto que me consume cada noche desde hace varias, pero hoy ha sido la peor, la definitiva (como si no fuera a volver a hacerlo nunca más; no sé a quién quiero engañar). Estoy muy saturada, sobrepasada, y ni siquiera es tanto por lo que ha pasado (no me atrevo a escribirlo aquí abiertamente), que obviamente también, sino por ciertas personas. Está siendo todo demasiado insoportable, devastador. Sí, esa es la palabra: devastador. Me siendo devastada. Incapaz de continuar con mi vida como si nada y al mismo tiempo agarrándome a la idea de retomar la rutina como si fuera un clavo ardiendo. Me estoy tomando una ...

El mes de la melancolía

Noviembre está triste por ti como lo estoy yo El mismo tiempo que me tritura la cabeza me tritura el corazón Lo aprieta entre los puños, haciendo que supure sangre Una sangre oscura, espesa, pesada Una sangre cargada de dolor y de pena Una pena que, me temo, no desaparecerá nunca Una vez osé escribir que noviembre es el mes de la muerte Qué vergüenza por mi parte ver y comprobar que ahora se hará realidad esa profecía Una muerte que me perseguirá toda la vida Porque siempre vivirás en mí En este corazón que no sé cómo es capaz de guardar más tristeza Remendado del mismo modo que remiendo los calcetines, de mala manera Noviembre es un mes frío, despiadado Engaña porque está rodeado de ilusiones De un otoño colorido, de un invierno iluminado De risas y de llantos, normalmente alegres Pero esta vez son tristes, como tristes son mis ojos Como triste está mi mente Tengo un miedo atroz a no recuperarme nunca de esto y ni siquiera ha pasado todavía Pero lo que de verdad me aterra es no acorda...

El fuelle

Vengo a escribir aquí como quien sabe que va a morir pronto. No lo niego. No lo pospongo. Tampoco acorto el tiempo para que ocurra antes. «Lo que tenga que ser, será». Veo el fin inminente. Eso ahora mismo. Luego veré otra cosa, probablemente. Soy demasiado optimista. Me gustaría poder rendirme, pero no he sido configurada con esa función. Una pena, aunque mucho menos grande que la que siento ahora. Veo el colapso del mundo, el mío personal y el de todos, con frustración por no poder hacer nada y al mismo tiempo sin ganas de hacerlo aunque pudiera. No me quedan fuerzas y sin embargo aquí sigo, respirando y todo eso que a una la hacen parecer viva. El mejor truco del mundo y os lo creéis una y otra vez. Yo incluida.

El libro más increíble que he leído

No es difícil que un libro me parezca el libro más increíble que he leído porque en mi vida tampoco he leído mucho. Hay veces, obviamente, en las que esta afirmación no se cumple. También hay decepciones o directamente lectura más ligera (que no tienen por qué ser la misma cosa) a la que tampoco hace falta pedirle ni un contenido ni un estilo a la altura de nada. No hace falta que un libro vaya sobre nada (mismamente «Nada», de Carmen Laforet, me pareció grandioso en su día y me abrió la mente sobre ciertos aspectos literarios) para que sea increíble, pero en este caso hablo de uno que sí que va de cosas y del cual estoy disfrutando cada coma. Llevo a lo mejor medio año (o más) leyéndolo porque hace varios años que no leo prácticamente nada, pero me he reconciliado con la lectura y eso basta. Me alegra ser capaz de seguir leyendo, aunque sea a un ritmo tan lento que hasta Plutón tarda menos en dar una vuelta alrededor del Sol. 

Escribiendo sobre escribir (una vez más)

Llevo un tiempo (muy largo) desquiciada con la idea de escribir, pero no escribo. De terminar de una vez por todas una especie de novela corta (muy corta) que empecé en 2015 (ya está bien), pero la empecé a escribir a modo de terapia de muchas cosas que viví en los años previos y ahora me siento tan alejada de eso que no sé cómo continuar sin sentirlo totalmente falso. Tampoco contemplo la idea de hacer borrón y cuenta nueva, empezarla de cero, porque entonces no la escribiría, pero realmente la quiero terminar. Mi problema principal es que nunca sé cómo acabar una historia porque no la planifico. Empiezo con un principio muy claro, revelador, un desarrollo interesante ¿y luego? La nada. Me atasco. Hay escenas que sé que quiero contar, solo tengo que encontrar el modo de llegar hasta ellas, pero el final no está claro. Valoré varios en su día. No llegué a ninguna conclusión. Hay un trozo que no sé si quitarlo porque es horrible (no porque esté mal escrito, sino por lo que narra), pero ...

Treading on blood and bone

Está bien porque hay dolores que ya no duelen como antes. Está bien, digo, porque eso quiere decir, supongo, que algo ha cambiado ¿a mejor? Ayer me permití ponerme nostálgica y recorrí partes de mi pasado que aunque las siento muy cerca, sucedieron hace mucho. Personas de las que recuerdo pinceladas, que me jodieron la vida y que al mismo tiempo contribuyeron, de alguna forma, a que yo sea como soy ahora. Siempre nos olvidamos de la voz de los demás, de su risa, de su olor, pero lo que permanecen son los sentimientos que nos provocaron, más buenos que malos porque el cerebro se encarga de borrar el dolor después de haberte acribillado con él en bucle durante eones. Pero ya no duele como antes. ¿Quizá directamente no duele? No, sí que lo hace. Porque en la nostalgia siempre hay una punzada de dolor, ahí, bajo el esternón, clavada de manera eterna y que solo se va cuando realmente te olvidas de las cosas.

Yo qué sé

No tengo ni idea de nada, así en general, y me da rabia, pero al mismo tiempo sé que esto que digo es mentira. Pensaba que iba a acabar el año sin haber escrito nada aquí. Iba a decir «sin pasarme por aquí», pero tengo la enfermiza costumbre de venir a verme y abrirme todas las heridas de vez en cuando. También podemos llamarlo «egolatría» o qué sé yo. Me gusta leerme. Me gusta rebozarme en la mierda. Sentirme fatal. Yo qué sé. Al final uno no cambia nunca y al mismo tiempo no deja de cambiar. Hoy he llorado leyendo la historia real de una chica a la que le hicieron un trasplante de pulmones. Nunca leo esas cosas. No me gustan ese tipo de relatos, pero lo que menos me gusta es la reacción de la gente al respecto. Pero hoy estoy sensible. Han pasado cosas (nunca dejan de pasar cosas) y hoy estaba y estoy sensible, así que he llorado y supongo que también he aprovechado para llorar por otras cosas. Me alegra haber recuperado la capacidad de llorar, aunque tampoco lo haga como antes, pero...