Tengo al interior gritándome constantemente y lo peor es que creo que ya me he acostumbrado. Como a todo.

El día en el que los gritos se conviertan en la moneda que manejamos, sabré que en algo somos ricos.
Qué pena que se me dé demasiado bien gritar en silencio.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El fuelle

¿Qué es para ti la vida?

El libro más increíble que he leído