Déjame descansar

Mis agudos se parecen a los tuyos y a veces no distingo nuestras voces.
El piano suena a la luz de las velas y nos da un La menor, que en tantas ocasiones te he cantado.
Y, sin embargo, solo oigo el sonido de tu estómago rugiendo, pidiendo comida a pesar de haber desayunado hace dos horas.

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