Si cayeran pétalos de tus ojos

Una vez conocí a una chica que tenía manos de hurón. Escarbaba en la tierra en busca de piñones y tenía dos girasoles por ojos. Podría jurar que el pelo le olía a sal y en las pestañas le descansaban pequeñas caracolas que habían sido arrastradas por el mar que habitaba en su pecho. Un día le oí susurrar muy bajito que había capturado una mariposa, con sus manitas de mustélido, y la había puesto en una urna de cristal para ver cómo se moría, lentamente y sin vergüenza. Las moscas salían de su garganta cada vez que hablaba y yo solo podía pensar en las alas muertas de aquel animal.

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