Hocicos en el corazón

Recuerdo que dije, me dije, muy convencida, que cuando se muriera mi perra nunca podría tener otro perro porque sería como reemplazarla y eso nunca iba a ser así. Que sería una falta de respeto tanto para ella como para la otra mascota. Para ella, porque estaría reemplazándola; para la otra, porque sería cariño artificial. Porque nunca sería un cariño como el que le tenía a ella.

Ya no sé cuántos años hace que ella no está conmigo y quiero creer que me estoy emocionando escribiendo esto y, joder, qué mal. No sé contar el tiempo y casi que mejor porque no quiero pensar cuándo fue aquello. Era muy importante para mí. No era solo una perra. Todavía me sigue doliendo hablar de ella o que hablen de ella. Es como que no tienen derecho, y siempre con cierto toque de burla que me hace querer romper dientes. Es que, yo qué sé, para mí no lo era todo, pero casi.

Y he pensado que a lo mejor lo que necesito en la vida es un perro sobre el que volcar mi cariño para curar este vacío existencial. Que a lo mejor funciona, pero tendré que esperar años para comprobarlo (si es que puedo). Porque sí, joder, quiero, necesito, un perro.

Necesito un hocico en el corazón y volcar mi corazón en un hocico.

Comentarios

  1. No será un reemplazo ni un cariño falso. Sencillamente sería distinto. Un compañero diferente al que seguramente querrás de otro modo, que no significa que sea ni más ni menos.

    Y realmente, alegran el alma.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues eso, que quiero.
      Que pensaba así, pero me he dado cuenta de que las cosas no son de ese modo ni mucho menos.

      Otro saludo para ti.

      Eliminar

Publicar un comentario

¿Algo que quieras compartir?

Entradas populares de este blog

El fuelle

¿Qué es para ti la vida?

El libro más increíble que he leído