La muñeca más rota

Echo mucho de menos esa cosa de tirarme hablando con alguien toda la noche de cosas profundas y pseudoprofundas en un tono muy mágico. Ahora todo eso se me presenta como absurdo, irreal, falso. De verdad que si alguien viene hablándome en clave de poesía lo más seguro es que le diga "¿qué haces?". Yo no era así. Yo era la más poetisa de todas, el alma más afectada. La reina de la metáfora, la adoradora de lo que suena bonito. 

Ya no queda nada de eso de manera compartida.


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