Hoy creo en el destino
Bueno, antes que nada, quisiera aclarar que esta entrada tenía pensado escribirla ayer, pero al final no pude, mi cerebro estaba demasiado cansado, incluso para escribir gilipolleces aquí. Es por eso que el título incluye la palabra "hoy", pero no el contenido de la entrada.
Y, dicho esto, procedo a contaros lo que os quería contar, mi día de ayer.
En fin, todos sabemos de sobra que hay días más productivos que otros, pero todos y cada uno de ellos tienen algo, en todos ocurren cosas, solo que a veces en unos días ocurren más cosas que en otros. Pues bien, ayer fue un día de esos en los que realmente no haces nada pero te sucede de todo.
Para empezar, comencé el segundo libro de una saga que llevaba varios años queriendo leer y de la cual sólo me había leído el primer libro anteriormente (dos veces). Ya desde el principio el libro me parece genial. Tengo muchas ganas de leerme la saga entera, pero sé que luego quizá me va a dar pena, aun así siempre se puede releer y releer y releer. Por si a alguien le entra curiosidad -mejor dicho, por si alguien lee esto-, la saga es "La llave del tiempo", de Ana Alonso y Javier Pelegrín.
El caso es que, obviamente, mi día no acabó ahí, ni mucho menos. Los martes tengo clase con mis profesores preferidos de este cuatrimestre, así que tampoco fue un mal día en la universidad. Al volver a mi casa, dado que (como he dicho al principio) estaba realmente cansada, no me apetecía tener que correr para coger el tren, así que preferí que se me fuera en la cara para poder tener un rato más de lectura de ese libro que tanto me está gustando. Puesto que cogí el tren de después del que tenía que haber cogido, llegué más tarde de lo habitual a donde vivo. Es por esto que coincidí con cierta persona, por llegar tarde.
Al entrar en mi urbanización, no me podía creer lo que estaba viendo. Y es que resulta que se trataba de una chica que iba conmigo a clase hace muchos años. Nunca nos habíamos llevado bien, pero mira, en cuanto nos vimos nos dimos un abrazo y estuvimos hablando durante una media hora o así, contando qué había sido de nuestras vidas. Parece ser que se había mudado a mi urbanización, así que puede que la vea más veces.
Es curioso, ¿no? No sé, de no ser porque perdí un tren y cogí el siguiente, no habría coincidido con ella y nunca habría sabido que vive aquí. Lo que quiero decir es que ayer sí creí en el destino. No como algo que ya está escrito, que no se puede cambiar y que va a ocurrir sí o sí; sino como algo que escribimos y decidimos. Yo elegí perder ese tren.
A lo que me refiero es que tú tienes que tomar ciertas decisiones en tu vida para que sucedan ciertas cosas a causa de estas decisiones. Lógicamente, ese día hice alguna que otra cosa más, pero no merece la pena ni mencionarlas.
A lo que me refiero es que tú tienes que tomar ciertas decisiones en tu vida para que sucedan ciertas cosas a causa de estas decisiones. Lógicamente, ese día hice alguna que otra cosa más, pero no merece la pena ni mencionarlas.
Y ya, para acabar, quisiera añadir una canción, la única que llevo escuchando estos tres últimos días (desde que la descubrí) porque me he enganchado a ella:
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