Es triste
Hablemos de cosas obvias, como de que el cielo es azul y de que tiene nubes. O no tiene. O sí, pero no se ven muy bien. O se ven muy bien y parecen de mentira, como si un niño las hubiera pintado y las hubiera puesto ahí.
No sé, lo que parece mentira es que un día estaba yo en el coche de mis tíos con mi primo pequeño sentado al lado y él me dijo:
—Vamos a jugar a descubrir formas en las nubes.
—Vale —le respondí.
Era algo que me recordaba a mi infancia, puesto que yo solía buscar figuras en aquellas esponjas de agua de color blanco cuando era más pequeña. Él no paraba de encontrar cosas y yo me quedaba en silencio, asustada. Me entraba el pánico porque no era capaz de ver nada, solo nubes. Menos mal que después de un rato sí pude vislumbrar algo.
Es la misma clase de pánico que te entra al ver que no eres capaz de describir un lugar en el que has estado muchas veces o el aspecto de alguien a quien conoces desde hace tiempo. Dudas sobre el color de sus ojos o sobre su estatura (por decir algo).
Y en todo esto estaba yo pensando mientras caminaba esta mañana por la playa. Una playa en la que he estado muchísimas veces, pero que no sabría describir a la perfección si quisiera hablar de ella. A ver, podría hablar de los elementos que tiene, pero no de cómo son. Lo que quiero decir es que si supiera dibujar, no sería capaz de dibujar esa playa porque no conozco bien los detalles.
Y hoy tampoco era capaz de encontrar formas en las nubes.
Comentarios
Publicar un comentario
¿Algo que quieras compartir?