Historias en el metro II

Vas en el metro volviendo de la universidad como cualquier día, como todos los días. Te sujetas a una de las barras de agarre que está frente a una de las puertas del vagón a pesar de que hay sitios libres porque se los quieres ceder a otras personas que a lo mejor los necesitan más que tú. Y eso que tú vas a un sitio que está lejos, pero has estado sentada toda la mañana y por el momento no te apetece hacerlo más.

Las puertas siguen abiertas. ¿Cuántos minutos han pasado ya? ¿Es que el metro no se va a poner en marcha? ¿Cuándo piensa sonar el pitido ese de los cojones que indica que las puertas se están cerrando?

Ah, por fin. Por fin está sonando, pero todavía no se están cerrando para siempre, se pueden abrir otra vez. Y viene gente. Viene gente que cree que se le va el metro y por eso corre, pero el metro sigue ahí parado. Y tú te planteas darle al botón, adornado con una luz verde que indica que aún pueden abrirse las puertas, para facilitarle la entrada a esa gente. Pero no te mueves. No te mueves porque tienes una mochila entre los pies y moverte significa mandar la mochila a la mierda y luego tener que agacharte a por ella. Y que todo el mundo te mire. Y no te gusta que te miren.

"Siento no haberte abierto la puerta, desconocida. Yo no soy así. Yo soy esa persona a la que le agradeces interiormente (a veces exteriormente) esos pequeños detalles que puede que incluso te saquen una sonrisa". A ti te la sacan. "Lo siento, de verdad", te dices a ti misma una vez que esa gente a la que no le has abierto la puerta ha logrado llegar a tiempo al interior del vagón. Y continúas el trayecto con una expresión ligeramente triste porque te sientes mal. Porque por una excusa estúpida no has tenido un detalle agradable con gente que no te conoce, con gente que no conoces.

Y entonces empiezas a preguntarte cosas. Empiezas a preguntarte: "¿Alguien me mirará como miro yo al resto?" Sé que suena egocéntrico, pero es más bien una paranoia y es que cuando estás en un sitio con gente piensas que todo el mundo (si no todo, una parte) te está mirando. Y lo pasas mal.

Y entonces sigues preguntándote cosas. Te preguntas: "¿Cómo me percibe el resto? ¿Me ven seria o triste? ¿Ninguna de las dos? ¿Me ven siquiera? Ay, espero que no, que no me estén mirando, pero estaría bien que alguien me viera". Que alguien te viera porque normalmente nadie te ve.

Y ahí es cuando te das cuenta de que cuando ves a alguien conocido, huyes. Te cruzas con gente de tu colegio muchos días e intentas que no te miren, que no te vean, que no tengas que saludar. Se trata de gente de vidas pasadas porque para vivir varias vidas no hace falta morir. Y para qué recuperar cosas que un día viviste si ya no te valen para nada, ya no te valen para nada bueno.

Hoy había una chica en las escaleras mecánicas interrumpiendo la vida. Se le habían caído unos papeles y casi os mata a todos. Un señor le ha echado la bronca y tú lo has visto y "Pobrecita, ella no tiene la culpa, pero que se quite del puto medio, coño. Pero que qué mal si hubiera sido yo en vez de ella. Que menos mal que no he sido yo".

Hoy en clase te han ofrecido un suicidio asistido. "¿Quieres que el próximo día traiga una cuchilla y nos matamos? Si quieres, te lo hago yo, si ves que no tienes cojones" y tú has dicho que no, que gracias, pero que no. Y todo esto de coña, claro, pero ha habido un momento que tú te lo has planteado en serio.

Hoy en clase te han dicho que "papo" es más fino que "coño". Yo dejo aquí el debate abierto.

Comentarios

  1. La gente ni mira ni deja de mirar. No debería importarte lo que estén mirando o lo que piensen de lo que ven, seguramente si te vuelven a ver ni te reconozcan. Hasta de la chica de la escalera mecánica se olvidará el señor de la bronca, porque posiblemente la bronca estuviese más motivada por frustración personal que por ver el paso cortado. Tanto conocidos como desconocidos nos tienen mucho menos en cuenta de lo que creemos.

    Y decir "papo" es como ir a hacer algo y dejarlo a medias. "Coño" al menos tiene fuerza.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. "Seguramente si te vuelven a ver ni te reconozcan". Esa frase.
      ¿No te frustra mucho eso de ver a alguien y quedarte pensando si te suena porque lo has visto antes o si porque todo el mundo te parece ya igual? Como si ya conocieras a todo el mundo, como si te sonaran las caras de todos. Y dudas sobre todo.

      Y sí, nunca lo habría expresado mejor. Además, que "papo" me parece como muy feo y asqueroso.

      Otro saludo para ti.

      Eliminar
  2. No, no me causa ninguna sensación negativa. Habrá gente a la que reconozca, otra a la que confunda...Bueno, tengo un pequeño problema a la hora de reconocer rostros. Pero incluso hasta cuando ves a alguien que te suena, es como si esa persona hubiese dejado de existir hasta ese momento. Y volverá a hacerlo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

¿Algo que quieras compartir?

Entradas populares de este blog

El fuelle

¿Qué es para ti la vida?

El libro más increíble que he leído