Supongo que todo se reduce a que me duele la vida
Ella está tumbada en el suelo, boca arriba, mirando hacia el techo con el pelo barriendo las pelusas que se escapan de su alma. Y el tic-tac enfermizo del reloj, que compite con su corazón, se para unos segundos y luego vuelve a retomar el ritmo, pero ya va tarde.
Respira —le cuesta—. Respira, te digo. Y respira muy mal, pero como si todo fuera bien, como por costumbre. Y es que todo va de eso: de acostumbrarse.
Y quiere coger las tijeras esas tan grandes que tiene y cortar los lazos afectivos y las orejas del lobo. Y quiere romper platos mientras grita sin sonido porque a nadie le gusta el ruido y no quiere resultar desagradable para nadie (más).
Traga saliva —esto le cuesta más por su posición—, pero ella lo que quiere es vomitar. Expulsar los males y los bienes: no quiere nada.
Y cierra los ojos, esperando que se apague el mundo, esperando que no exista nada. Estira las manos, separando mucho los dedos, como si fueran a despegarse de allí en cualquier momento, como si pudieran escurrirse entre la sangre que se sale de su alma goteando.
Resopla —joder—. Se le está rompiendo todo demasiado y ella no sabe coser y no le gusta el pegamento. Pero es que lo que menos le gusta es arreglar nada. Y por eso solo lo rompe y lo rompe. Y por eso se rompe.
Y ya sabe que no va a levantarse nunca, que todo lo que sea levantarse será mentira, que a partir de ahí nada será verdad. Y le duele. Le duele tanto que no le sangra el alma, sino el cuerpo porque se ha clavado ocho alfileres porque son bonitos y de muchos colores.
Se cruje los dedos —siempre hace eso, quizá sea lo único malo que hace— y piensa en beber y fumar y drogarse. Pero no lo hace porque ella es así: gilipollas. Que piensa que más gilipollas sería si lo hiciera, pero que más gilipollas es por querer algo y no ir a por ello. Pero.
Y entonces piensa que solo piensa tonterías. Que no se puede hacer todo lo que quieres. Que si quieres matar a alguien, no. Que si quieres hacer algo, tú eres la primera persona que no quiere hacerlo. Y que a ver cómo le explicas esto a alguien que no lo está sintiendo para que lo (medio) entienda.
"No me muero, me estoy muriendo. Es distinto".
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