Y qué si Caligo no puede volar porque en realidad no tiene alas
Una mañana, Caligo miró al cielo y las nubes lloraron su tristeza. Porque no hay nada peor que no poder expresar el sentir, solo sentir y que duela. Porque sentir siempre duele. Porque Caligo cree que no siente, pero sabe que sí.
Otra mañana, Caligo decidió no ser más nunca, pero no era capaz de no ser, pues ese día todos se empeñaban en que fuera. Y siempre se preguntaba por qué los demás nunca querían que fuera cuando ella quería ser. Y pensó que todo se resumía en eso de que "Nunca llueve a gusto de todos" y también pensó que le daba igual. Pensó que no quería pensar. Pero pensar que no quería pensar ya era hacerlo y se quedó muy quieta sin hacer nada, esperando que nadie la descubriera.
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